Mtra. Patricia Rivera Noriega
Coach Senior
EL ENOJO: Otra emoción sanadora
Es una emoción que ayuda a conservar y proteger la integridad física y psicológica del organismo.
Cuando un niño no puede proteger su integridad con el enojo, llora.
La personalidad neurótica de un niño se desarrolla si la capacidad de expresar su rabia es bloqueada.
Cuando se es adulto vive el enojo, como una onda de excitación que asciende por la espalda y se transmite a los brazos para golpear. Cuando el flujo de excitación se encuentra invertido, es el movimiento energético del miedo.
El ejercicio de golpear la almohada, ayuda a contactar el enojo suprimido, si llora sentirá su herida y dolor, la tristeza se transformará en enojo.
Este ejercicio deberá hacerse con fuerza, tomando impulso desde abajo, flexionando las rodillas. El hombre golpea con los puños cerrados, la mujer con una raqueta. Combinar la acción física con las palabras realza el sentimiento.
Es un ejercicio que libera la tensión en los músculos que habían bloqueado el enojo.
Ésta no una emoción destructiva a diferencia de la rabia, que tiene intención de destruir o herir. La rabia debe ser eliminada para permitir sentir y expresar enojo genuino.
Aún más intenso que la rabia es la furia, que piensa agredir, inclusive hasta matar.
Cuando una persona refleja, estado de congelamiento, es el aspecto físico del odio.
Practicar el ejercicio de golpear la almohada, sirve para liberar tensiones del stress cotidiano, se recomienda a los padres, para no golpear a los hijos.
Cuando vemos que alguien tiene ojos opacos y sin chispa, son individuos que tienen dificultad para expresar enojo. Los sentimientos de enojo pueden abrirse si tiene bloqueada la agresión sexual.
Con ejercicios de enraizamiento, la persona inclinada hacia delante, toca el piso con las puntas de los dedos, logra conectar su realidad. El contacto con las piernas, aumenta la sensibilidad en ellas, lo que le proporciona mayor seguridad.
Cuando la persona tiene una tensión muy fuerte, le ayudará mucho gritar, le ayudaría mucho patear, pero en un adulto no es muy común hacerlo.
Se puede realizar el ejercicio de dar patadas, acostado y combinándolo con gritos, “por qué?” , “no”, “Déjame en paz.”
Estos ejercicios aportarán a los pacientes, una herramienta muy valiosa para sentir que tienen derecho a ser libres, a ser ellos mismos, a realizar su propio ser y no el de sus padres ó de otras personas.