miércoles, 31 de julio de 2024

CÁNCER Tumoración Maligna

CÁNCER


Tumoración maligna.

(Parte 1)


Para comprender el cáncer hay que dominar el pensamiento analógico. Tenemos que tomar consciencia de la circunstancia de que todo lo que nosotros percibimos o definimos como unidad (una unidad entre unidades) es, por un lado, parte de una unidad mayor, y por otro está compuesto por otras muchas unidades. Por ejemplo, un bosque (como unidad definida) es, por un lado parte de una unidad mayor el paisaje y por otro, está compuesto por muchos árboles (unidades menores) Lo mismo puede decirse de un árbol. Es parte del bosque y, a su vez, se compone de tronco, raíces y copas. El tronco es al árbol, lo que el árbol es al bosque o el bosque al paisaje.


Un ser humano es parte de la humanidad y está compuesto de órganos que, a su vez, se componen de muchas células. La humanidad espera del individuo que se comporte de la manera más adecuada para el desarrollo y supervivencia de la especie. El ser humano espera que sus órganos que funcionen de la mejor manera para asegurar su supervivencia. El órgano espera de sus células que cumplan con su cometido tal como exige la supervivencia del órgano. 

En esa jerarquía que aún no podría prolongarse hacia uno y otro lado, cada unidad individual (célula, órgano, individuo) está siempre en conflicto entre la vida propia personal y la supeditación a los intereses de la unidad superior.

Cada organización compleja (humanidad, estado, órgano) se basa para su buen funcionamiento en que la mayoría de las partes se sometan a la idea común y la sirvan. Normalmente, todo sistema soporta la separación de algunos de sus miembros sin peligro para la totalidad. Pero existe un límite y, si este es superado, el conjunto corre peligro.

Un estado puede apartar a unos cuantos ciudadanos que no trabajen, que tengan un comportamiento antisocial, o que combatan al estado, pero cuando este grupo que no se identifica con los objetivos del estado crece, y alcanza una magnitud determinada, constituye un peligro para el todo y, si llega a conseguir la superioridad, puede poner en peligro la existencia del todo. Desde luego, el estado tratará durante mucho tiempo de protegerse contra este crecimiento y de defender su propia existencia, pero cuando estos intentos fracasen, su caída es segura. La mejor política consiste en atraer a los grupitos deciudadanos disidentes a los objetivos del bien común proporcionándoles buenos incentivos. A la larga, la represión violenta o la expulsión casi nunca tienen éxito sino que favorecen el caos. 

Desde el punto de vista del estado, las fuerzas opositoras, son enemigos peligrosos que no tienen más objetivo que destruir el orden y propagar el caos.

Esta versión es correcta, pero sólo desde este punto de vista. Si preguntáramos a los insurgentes, oiríamos otros argumentos no menos correctos, desde su punto de vista. Lo cierto es que ellos no se identifican con los objetivos y conceptos de su estado sino que propugnan sus propias ideas e intereses que quieran ver realizados. El estado quiere obediencia y los grupos quieren libertad para realizar sus propias ideas. Se puede comprender a unos y otros pero no es fácil dar gusto a ambos al mismo tiempo sin hacer sacrificios.

No se trata aquí de desarrollar teorías, ni de exponer creencias sociopolíticas, sino de describir el proceso del cáncer en otro plano, a fin de ensanchar un poco el ángulo desde el que suele contemplarse.

El cáncer no es un hecho aislado que se presenta únicamente bajo las formas así denominadas sino un proceso muy diferenciado e inteligente que debería ocupar a los seres humanos en todos los planos. En casi todas las demás enfermedades sentimos como el cuerpo combate, con las medidas adecuadas, una anomalía que amenaza una función. Si lo consigue, hablamos de curación (que puede ser completa o no). Si no lo consigue y sucumbe en el intento, es la muerte. 



continuará...