El Caballero de la Armadura Oxidada
Robert Fisher
Ensayo por:
Presidente de la Sociedad Mexicana de Biónica
Segunda parte. (viene de la primera)
Si queremos tener éxito en una empresa tan grande o similar a la que intentaba llevar el caballero, debemos
conocer qué es el bienestar y disfrutar de él, después de esto automáticamente estaremos intentando compartirlo, si en vez de eso nuestra vida está llena de conflictos, ineluctablemente los esfuerzos realizados terminarán en algo inútil debido a que no tuvimos la base para saber cómo conseguir el ser prósperos nosotros mismos y por ende a los demás.
El camino para conseguir desprenderse de su armadura es el “sendero de la verdad”, consiste en darse cuenta de la realidad de él mismo y también la realidad de su entorno. A lo largo de este sendero se hallan tres castillos que necesitará pasar para obtener éxito, el primero es el castillo del silencio. En este lugar el caballero tiene que aprender de sí mismo, esto es escuchando su voz interior, el comunicarse con la esencia de su ser. La importancia que tiene el aprender a escucharnos radica en que conocemos nuestra naturaleza, el origen de nuestras decisiones. Cuando no conocemos este origen, nuestras acciones se ven determinadas por fuerzas externas, por lo que nos indican que hagamos, o por lo que hace la mayoría. Al seguir esta ruta, estamos viviendo una vida ajena a la nuestra y muy probablemente seamos infelices con esto. No sólo estaríamos representando una farsa, una obra que nos presenta como marionetas gregarias mostrando las actitudes, emociones, sentimientos, ambiciones de alguien más, además estaríamos haciendo infelices a los que nos rodean. Resulta triste el intentar convencer a los demás cuando ni siquiera nosotros nos sentimos seguros con lo que expresamos.
La siguiente prueba la encuentra en el castillo del conocimiento. Una vez que aprendimos a comunicarnos con nosotros mismos, resulta relativamente sencillo el conocernos. Haciendo uso de la reflexión y por supuesto el razonamiento, vamos recopilando información útil que nos muestra la naturaleza de nuestros actos, y al tiempo que hemos comprendido estos, nos es más fácil entender a los demás. Asimismo, nos podemos ver como realmente somos siendo los únicos observadores de nuestra persona, lo cual nos lleva a aceptar nuestra realidad, sin caer en el conformismo de no querer cambiar, por el contrario, podemos darnos cuenta de nuestros defectos, virtudes, potenciales y vicios y de esta manera el saber qué podemos corregir para mejora de nuestra vida. A partir de una inscripción que aparece en un manzano que se encontraba dentro de este lugar, el caballero tiene que analizar lo que dice y entenderlo para finalmente salir de aquí. La cita decía lo siguiente: “Por esta fruta impongo condición, pero ahora aprenderéis de la ambición”. Es importante reconocer que existen diferentes ambiciones y que la referenciada en esta inscripción es sobre la ambición del corazón. Cuando ambicionamos el ser mejores personas, no se trata de que nuestra apariencia sea mejor o de que tengamos más dinero, consiste en una mejora interna y muy personal que no compite con nada ni con nadie. Cuando somos capaces de desarrollarnos de esta manera, los demás aspectos de nuestra vida también mejoran, pues no tenemos limitaciones superficiales o egoístas que nos distraigan de nuestras labores y así es como podemos generar otro tipo de riquezas que nos otorgan una mejor alimentación, servicios de salud así como diversas distracciones y diversiones que complementan nuestra dicha.
El tercer castillo es nombrado de la voluntad y la osadía, y es en este lugar donde el caballero tendrá que enfrentarse con el dragón del miedo y de la duda. La duda es provocada por el miedo y este a su vez es creado por nosotros mismos. Cuando tenemos un conocimiento tanto nuestro como del entorno, sabemos las cosas que realmente nos hacen daño o pueden resultar perjudiciales, si carecemos de este conocimiento lo que resulta son ilusiones generadas por nuestra mente en consecuencia de lo que nos han dicho o hemos escuchado de otras personas, y que finalmente terminan como prejuicios propios. A pesar de que sea grande nuestro temor, en la medida que lo vamos enfrentando y nos vamos dando cuenta de la realidad, este enorme miedo que teníamos al comienzo va disminuyendo y si perseveramos en nuestros intentos por enfrentarlo seguramente terminaremos por vencerlo.
Finalmente, una vez superada la prueba del castillo de la voluntad y la osadía, el camino terminaba en la cima de la verdad, la cual le costó mucho trabajo el poder escalarla, sin embargo, después de las adversidades que había conseguido completar con éxito, este último esfuerzo parecía sencillo. Antes de llegar a la cima se encontró con una inscripción que le impedía el paso, y decía lo siguiente: “Aunque este universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido”. El camino de la verdad nunca termina, cuando lo hemos recorrido por primera vez es más sencillo el admitir que nuevamente necesitamos transitarlo, y de esta manera es, que cada vez que lo recorremos aprendemos algo distinto que incrementa nuestra sabiduría. Para poder aprender algo nuevo necesitamos apartarnos de lo ya conocido y experimentado, pues esto mismo nos detendría para poder ver las cosas desde otro punto de vista.
Seguramente esta situación nos llenará de miedo nuevamente y considero que muchos que están por terminar el recorrido renuncian a éste por el temor que les causa el soltarse de lo que consideran una verdad absoluta. No se trata de olvidar lo que hemos aprendido, sino de permitirnos el asimilar un conocimiento nuevo aceptando que no existe algo absoluto y constante. No debemos pensar que nuestro camino ha terminado, pues el conocimiento es infinito. Tampoco debemos pensar que si no tiene fin, que caso tiene el comenzarlo.
Vamos aprendiendo lo que necesitamos, lo necesario según aspectos como nuestra personalidad, intereses, el lugar donde vivimos, las personas que nos rodean, etcétera. Qué tanto lleguemos a aprender y desarrollarnos con ello sólo depende de cada individuo, y proporcional a esto serán las vivencias y dicha que consigamos.
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